Europa sigue

Actualidad de la Fundación





La Unión Europea inicia este mes de febrero de 2020 con unas perspectivas de funcionamiento diferentes a lo que estábamos acostumbrados hasta esta fecha, pero con los mismos objetivos y razón de ser que presidieron su nacimiento como Comunidad Económica Europea al finalizar la última Guerra Mundial.

La diferencia radica en que en vez de crecer, como pareciera consustancial al proyecto común, ha decrecido al bajarse del barco uno de sus socios importantes como es el Reino Unido.

No soy partidario de dramas, ni alarmismos, ni tampoco de alegrías sin sentido por esta salida del Reino Unido de la Unión Europea. 

 

I.- El pasado inmediato.

 

Europa, porque para todos esta invocación sigue estando indefectiblemente unida al proyecto de la Unión Europea, sigue adelante y como siempre afrontando grandes retos, entre otros el de calibrar en sus justos términos este abandono, un aviso que como dice el Presidente Macron debemos tener muy en cuenta. 

En los días que han precedido la consumación del divorcio se han elaborado, escrito y publicado cientos de trabajos que buscan una explicación o aportan un fundamento a las posiciones de unos y otros, partidarios y detractores del Brexit. Aportar uno más no tiene ya sentido. Solo pretendo realizar una reflexión muy personal, pues entiendo que esta decisión británica era fruto maduro y en momento u otro el fruto habría de caer del árbol.

Una parte de la población británica nunca se sintió cómoda dentro del proyecto europeo, teniendo que asumir y respetar las reglas comunes, los aportes proporcionales y demás reglas del club comunitario. Tal vez por ello, y respondiendo a este soterrado sentimiento, sucesivos gobiernos llevaron sistemáticamente una política de enfrentamiento con las instituciones europeas. Achacando a imposiciones europeas, lo que simplemente eran errores de la política nacional. Reclamando el reconocimiento del hecho diferencial británico, como si los demás países no tuviesen el suyo y no hubiesen decidido también sacrificar parte de su soberanía en aras de un beneficio y una seguridad comunes mas importantes, que en eso consiste en una parte muy sustancial el llamado proyecto europeo.

Pero cuando en el mismo momento de incorporarte, no acabas de creer plenamente en ese proyecto, no te identificas e ilusionas con el, entonces el cumplimiento del plazo para el divorcio corre desde el primer día.

Que la administración comunitaria ha cometido errores y en algunos casos excesos de intromisión en lo nacional. Si, de acuerdo. Pero precisamente por ello ya se tomaron medidas y presionados por Inglaterra se aceptó la aplicación sistemática del principio de subsidiaridad.

Pero ello no bastó. Era necesario marcar la diferencia quedándose fuera del euro,  fuera de Shengen, obligando a aprobar una excepción a la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión, etc. etc.

Y a lo largo de todos estos años Reino Unido ha practicado dentro de la Unión Europea una política de filibusterismo sistemático contra las iniciativas sucesivas de avanzar en la unidad política y no quedarse solo en la unión de mercados. En política internacional  ha sido importante su colaboración en la política común de defensa, aun cuando ante las grandes crisis, se ha alineado prioritariamente con los Estados Unidos, dificultando una política exterior común. Aunque bien es cierto que no han sido los únicos.

En fin, que ellos estaban incomodos y los demás también. 

Pero es una gran Nación a la que los países europeos están agradecidos por el sacrificio de sus ciudadanos (y el de cientos de miles de norteamericanos y  miembros de la Commonwealth) durante la Segunda Guerra Mundial permitiendo derrotar al nacismo.

Pero una parte de su ciudadanía  y clase dirigente, no han sabido evolucionar al ritmo de los tiempos y el sentimiento y necesidades de las nuevas generaciones. El resultado del referéndum y las opiniones de los favorables al Brexit, muestran toda una generación, ya de salida, pero anclada aun en los viejos mitos del Imperio, la diferencia superior, etc. ; y que no han dudado en sacrificar las esperanzas e ilusiones de las nuevas generaciones. Han querido a toda costa, congelar al Reino Unido en un pasado de gloria dudosa, y los populistas impulsores de esta involución no han dudado en mentir, falsear información y achacar todos los males de una nación que no ha sabido reinventarse, a los odioso europeos y sus reglamentos.

En todo caso todo este penoso proceso, que pone fin a una conflictiva implicación de cuarenta y siete años del Reino Unido en la construcción del proyecto común europeo, deja un país dividido y dos serias incógnitas, en Irlanda del Norte y Escocia. A resolver las mas difíciles aristas del divorcio dedicaremos los próximos doce meses.

Los partidarios de la ruptura están convencidos de que les ira mejor fuera que dentro de la Unión Europea. Caminando de la mano de los Estados Unidos y recomponiendo apolilladas relaciones con sus socios de la Commonwealth. Yo tengo mis dudas, pero les deseo lo mejor en el recorrido del nuevo camino que han escogido. 

En todo caso, cuanto hemos comentado ya es agua pasada, historia. Ahora debemos trabajar para consolidar la Unión Europea, para que pueda seguir progresando. Tenemos que orientar nuestro esfuerzo hacia el futuro.

 

 

II.- El futuro común.

 

Y ese futuro se presenta con serios nubarrones que nada tienen que ver con la deserción británica, sino que vienen fraguándose desde hace varios años.

Me refiero a la necesidad de reafirmar el cumplimiento por parte de todos los Estados miembros de los principios y valores fundamentales reflejados en los tratados y en la Carta de Derechos Fundamentales.

A nadie se nos escapa que las consecuencias de la crisis económica han sido muy profundas, pero también que son evidentes los signos de recuperación y de que la ciudadanía europea cada vez es mas consciente de los retos que plantea la deficiente distribución de la riqueza, de la necesidad de una política fiscal común y mas igualitaria y justa socialmente, de hacer políticas sociales, de terminar con los paraísos fiscales, de afrontar el reto del cambio climático y tantos otras incógnitas que habremos de despejar.

Pero no tengo dudas de que estos problemas específicos, por muy grandes que sean, serán abordados y seguiremos creciendo y avanzando. Porque solo la unión da la fuerza suficiente para afrontar estos retos y superar la competencia globalizada de otras grandes potencias, conservando y reforzando nuestro modelo de convivencia política y social basada en la democracia, la paz y la  libertad.

Lo que no tengo tan claro es que a corto plazo, consigamos superar las tendencias limitativas del espacio de libertad y los principios básicos de la democracia, que observamos como se enraízan en algunos países ex soviéticos, de la mano de políticas populistas de sus gobiernos de extrema derecha. 

Es evidente que dos de estos, presentan signos seriamente negativos en este terreno: Polonia y Hungría. Y también es cierto que la misma mecánica de la toma de decisiones  en el seno de la Unión Europea y la configuración de las mayorías necesarias, dificulta enormemente el poder reaccionar con eficacia frente a las decisiones de unos gobernantes que siguen actuando con los mismos tics de la época soviética.

Ello no debe ser obstáculo para apoyar y sostener los movimientos de los sectores sociales más activos y valientes en defensa de la democracia, como es el caso de los jueces, y desde luego seguir utilizando los mecanismos previstos en los Tratados, como es el caso del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y sin olvidar el fundamental papel que debe jugar el Consejo de Europa, garante del respeto al Convenio Europeo de Derechos Humanos y del que forman parte todos los países miembros de la Unión Europea.

Y también tendremos que afrontar el resurgimiento y avance de los partidos populistas, separatistas, anti europeos, o el repunte de la extrema derecha, del racismo, la xenofobia y otras lacras que creíamos superadas. En el tejido social y político de los países componentes de la Unión Europea, como en el caso del cuerpo humano cuando se debilita, resurgen este tipo de enfermedades, que es necesario combatir desde la raíz, recuperando el tiempo perdido.

Porque hemos perdido mucho tiempo en la consolidación de los valores democráticos en Europa, convencidos como estábamos de que ya no había enemigos reales de la democracia, acabados los periodos dictatoriales, sin darnos cuenta que el virus totalitario siempre nos acompañara y como no lo vigilemos de cerca, es muy fácil olvidar la lección de la historia. Es necesario rearmar a Europa en valores democráticos.

Este es el verdadero reto que tenemos por delante, porque es el reto de conservar y consolidar la verdadera identidad de la Unión Europea, que no es solo la construcción de un mercado. Lo que nunca quisieron entender y aceptar los sectores mas conservadores del Reino Unido.

No piense el lector que ignoro otros muchos retos bien presentes y a los que ya he hecho referewncia, como la consolidación del euro, posibilitar un espacio fiscal común mas justo y equitativo, acabando con los paraísos fiscales; la implementación de una verdadera política social, que permita una redistribución de la riqueza y creación de empleo, que posibilite reducir la brecha cada vez mas escandalosa entre los que mas tienen y el resto de los ciudadanos. Una política común de inmigración y asilo, y algunos otros puntos más, a los que dedicaremos en los próximos meses nuevas reflexiones.

Es mucho si, pero no mas de lo que ya teníamos sobre la mesa antes del Brexit, con la diferencia de que ahora tal vez podamos afrontarlos con mas unidad y coherencia. Al tiempo.

La Fundación Valsain nació precisamente con el fin de colaborar, en la modestia de nuestras posibilidades, a esta tarea esencial. La promoción y defensa de los valores democráticos y los derechos humanos. Llevamos casi diez años volcados en esta tarea y pensamos seguir haciéndolo.

 

Alvaro Gil Robles

Presidente

Sotosalbos, 3 de febrero de 2020